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Angela Merkel pone fin a una era y abandona la dirección de su partido

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Tras 18 años de reinado, Angela Merkel entrega este viernes las riendas de su partido conservador, al cabo de una histórica votación en su partido, Unión Demócrata Cristiana, (CDU).

Seis semanas después de anunciar su retirada de la jefatura del partido, y firme en su propósito de seguir como canciller hasta el final de la legislatura, Merkel entregó el relevo a Annegret Kramp-Karrenbauer, representante de la vía continuista al frente del partido.

Está por ver si logra mantener en pie a la coalición entre conservadores y socialdemócratas, marcada por frecuentes disensos internos y sin poder dirigir ya directamente el partido más fuerte de esa alianza.

“Es hora de abrir un nuevo capítulo”, afirmó la líder al anunciar que dejaba las riendas de un partido que ha colocado en el poder a cinco de los ocho cancilleres de la República Federal de Alemania (RFA).

Con su decisión de no presentar una nueva candidatura a la Cancillería rompió con la ley no escrita de que un canciller de la RFA no rehuye las urnas, en un país donde no hay límite a la reelección.

La líder atípica, en 2005 se convirtió en la primera mujer y el primer político crecido en territorio comunista al frente de la Cancillería alemana y que luego ejerció su liderazgo a escala europea y global. 

Angela Dorothea Kasner, el nombre con el que vino al mundo en 1954 en Hamburgo, había crecido en una parroquia de pueblo de la ahora extinta República Democrática Alemana (RDA) donde ejercía su padre, un pastor protestante e izquierdista convencido.

Dejó atrás la parroquia de pueblo para estudiar Ciencias Físicas entre Leipzig y Berlín, etapa en la que adquirió el apellido Merkell, debido a un matrimonio fugaz con un compañero de estudios, Ulrich Merkel, con quien se casó a los 23 años.

Poco después conoció a Joachim Sauer, asesor de su tesis doctoral en Física e inmerso como ella en el ámbito científico, con quien convivió unos años hasta casarse, ya en la década de 1990.

Había ejercido como secretaria de propaganda de las juventudes comunistas en la Academia de Ciencias de Berlín, pero poco antes de la caída del muro de Berlín empezó a frecuentar grupos disidentes y en febrero de 1990 ingresó en la Unión Cristianodemócrata (CDU).

Dos años después, tras las primeras elecciones de la Alemania reunificada, el canciller Helmut Kohl convirtió a la que llamaba su “muchachita del este” en ministra de la Mujer y la Juventud, deseoso de incluir en su equipo a talentos de la Alemania oriental.

Empezó a imponerse sobre sus enemigos internos y en 2005 alcanzó la Cancillería, tras vencer en las urnas por la mínima ventaja al animal político teóricamente superior que era el canciller socialdemócrata Gerhard Schröder.

Apuntalada en su sangre fría, sin estridencias ni insultos al contrario, afianzó su dominio en el bloque conservador y derrotó a otros tres rivales socialdemócratas: Frank-Walter Steinmeier, en 2009, Peer Steinbrück, en 2013, y Martin Schulz, en 2017.

Sin hijos propios, a Merkel se la suele apodar la “Mutti” -“mamá”- de la nación, como si hubiera adoptado al conjunto de sus compatriotas, incluida la oposición interna, que le reprochan haber “socialdemocratizado” la CDU, o los ultraderechistas que la persiguen con sus abucheos.

De agotar su cuarta legislatura, habrá igualado el récord de permanencia en el poder en Alemania de Kohl, quien estuvo 16 años en la Cancillería (1982-1998). 

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