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Nacional

Crítica situación humanitaria en Paraguachón, La Guajira

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En la carretera que conduce de Maicao a Paraguachón en La Guajira, en puesto fronterizo entre Colombia y Venezuela sorprende el número de camiones repletos de personas que van hacia Venezuela y también los que vienen de ese país.

En Paraguachón está el puesto de control colombiano, y a 200 metros está el puesto de control venezolano.

La frontera fue cerrada completamente por un año, a partir del 2015. En el 2016 se abrió solo para peatones.

Durante la visita del equipo de CM& se evidenció la llegada de una familia colombiana que huye a la hambruna del vecino país. Eran las tres de la tarde y no habían bebido, ni comido nada los alimentos, la comida se les pudrió.

Lo primero que se ve al entrar a Colombia son las pimpinas de gasolina de contrabando provenientes de Venezuela, luego se aprecia el que fue el puesto de control colombiano impulsado por el que fue el director regional de Migración Colombia, Juan Carlos Gutiérrez quien fue asesinado en el 2013 por promoverlo.

Desde hace cuatro meses Migración Colombia tiene nuevas oficinas a donde llegan los pocos colombianos y venezolanos que tienen pasaporte para legalizar su entrada.

En frente a las oficinas de Migración Colombia, cruzando la calle, empieza una trocha por las que circulan sin cesar, camiones, buses y vehículos particulares atiborrados de personas que evitan cualquier tipo de control fronterizo.

La trocha llamada “La Cortica” es la más frecuentada para la entrada y salida de personas.  El movimiento de vehículos es inverosímil, todos tienen que pagar peajes voluntarios establecidos cada 20 metros y manejados algunos de ellos por indígenas wayuu.

Casi que hasta la Policía le toca pagar esos peajes. Los vehículos provienen de diferentes provincias de Venezuela y sobresalen los modelos de los años 70’s, que pueden abastecerse con gasolina a bajo costo.

Los vehículos van llenos de pasajeros hacia lado y lado y esta actividad responde a un negocio bien establecido. Los venezolanos vienen a vender alimentos como naranjas, repuestos, hasta ropa usada y enceres caseros. Con el producto de sus ventas compran en Colombia arroz, harina, azúcar, huevos, pañales, crema dental y medicamentos, todos de difícil consecución en Venezuela.

Los colombianos también pasan a Venezuela llevando estos mismos productos, y con lo que ganan regresan con carne y productos lácteos que pueden revender más caros en Colombia.

En medio de este caos vehicular sin ningún control vimos seis soldados colombianos, que solamente pueden contemplar este verdadero despelote.

La mala noticia para las autoridades es que la frontera de Colombia con Venezuela en La Guajira tiene 240 kilómetros y la Policía ha identificado no menos de 200 trochas o pasos ilegales. Si se quisiera controlar el paso de personas entre los dos países, la Fuerza Pública y las autoridades migratorias no darían abasto pues los migrantes tendrían cientos de opciones para seguir pasando ilegalmente 

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