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Nacional

Narcotráfico, culpable de la espiral de violencia en el Cauca

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El departamento del Cauca, sacudido por una ola de violencia que solo esta semana ha dejado nueve personas asesinadas en dos masacres ocurridas en menos de 48 horas, está ubicado en el suroccidente del país.

Con un millón y medio de habitantes distribuidos en 42 municipios, el Cauca es escenario de una alta conflictividad social por un histórico abandono estatal y por la presencia de varias organizaciones armadas ilegales que pelean por los negocios del narcotráfico, de coca y marihuana, y de minería ilegal.

En esa disputa interactúan tres grupos de disidencias de las Farc, también hombres del ELN,  el Clan del Golfo y el Cartel de Sinaloa,  nueva generación, cuya presencia es un secreto a voces en la región.

La espiral de violencia contra la población civil en el Cauca obedece, además de la lucha por la tierra, a que los pueblos indígenas, que suman cerca de 360.000 personas y que representan el 24 % del  millón y medio de habitantes que tiene el departamento, reclaman autonomía y autodeterminación en todos los aspectos. Armados solo con los bastones de mando de su guardia, los indígenas rechazan las acciones de todos los grupos armados ilegales, y tienen tensiones también con la Fuerza Pública, con la cual sienten mutua desconfianza.

Es tal la sevicia con la que actúan los grupos armados ilegales contra los indígenas, campesinos y comunidades afrodescendientes, que esta madrugada, en un reto al Estado entero, volvieron al lugar en donde el martes pasado asesinaron a cinco indígenas y quemaron una camioneta que había quedado baleada sobre la vía.

Y mientras el propio presidente Duque anunció esta semana el arribo de 2500 militares más al Cauca, aumenta la preocupación entre sus habitantes porque se avizoran fuertes enfrentamientos que los dejarán en medio del fuego cruzado.

Como en las peores épocas de la violencia narcotraficante en Colombia en tiempos de Pablo Escobar, el Estado tiene un reto mayúsculo en el Cauca.

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