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Editorial

La libertad como línea editorial

Ramiro Avendaño
Presidente Canal 1

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Hoy se puede afirmar que un estado de crisis permanente es la dichosa “nueva normalidad”, de la que se volvió lugar común hablar a medida que se desescalaba la fase más crítica de la pandemia. Aún sacudidos por una inflación en máximos históricos, la guerra en Ucrania y una cadena de suministros alterada, al mundo le toca encajar un nuevo golpe con la crisis bancaria en EE.UU.

El panorama es agravado por la incertidumbre política que completa, a nivel global, una ecuación que mantiene en jaque a las sociedades alrededor del globo. No sorprende a nadie que, en este contexto, las instituciones sean puestas en entredicho y sufran a su vez una crisis de credibilidad.

La confianza general en las noticias tradicionales no supera 40%, según el más reciente informe del Digital News Report del Instituto Reuters. Y un nuevo lugar común que ha tomado fuerza entre empresarios y líderes es cuestionar, justamente, la labor del periodismo como uno de los responsables de que hoy estemos como estamos.

Se suele apuntar a los medios de comunicación, a sus fallas en el cubrimiento de la actualidad, a sus falencias para asumir el papel de “perro guardián del poder”, como una de las causas de que la incertidumbre y la inestabilidad política y económica sean hoy el pan de cada día.

Es cierto que el periodismo ha sido, tradicionalmente, un bastión de la democracia. Por eso es comprensible que, si la democracia y las libertades individuales tambaleen, se acuse al periodismo. Pero creo que hay que llevar la discusión a otro nivel de profundidad, ¿por qué falla el periodismo? No es tan simple. ¿Qué apoyo les falta a las empresas de información, para que ejerzan con la vehemencia necesaria su defensa del correcto funcionamiento de la sociedad?

Un perro guardián del poder necesita tener dientes. ¿Cuándo empezó a perderlos?

La sostenibilidad de los medios de comunicación está en manos de las empresas, de los anunciantes. Sin duda un mejor periodismo redundará en una mejor sociedad, pero eso cuesta. Apoyar al periodismo, cultivar un mejor periodismo, es apoyar la democracia. Y es allí donde es necesario abrir una discusión sobre la responsabilidad ulterior que les asiste a las empresas.

En el 1 estamos iniciando una nueva era con una reforzada apuesta por la información, y ante este contexto, tenemos clara la bandera editorial que queremos llevar: la defensa de las libertades. Hablamos tanto de las libertades individuales o creativas, como las libertades económicas y empresariales. Para nosotros, allí está la base de nuestra sociedad.

La cuestión sobre la necesidad de un mejor periodismo pasa, también, por la libertad para ejercerlo. Se ha dejado tomar fuerza y asentar en el país prácticas restrictivas de la libre competencia, por parte de los jugadores dominantes, que obstaculizan la pluralidad de voces y visiones que reclama la tarea de informar más y mejor a los colombianos. El grande restringe al pequeño es una vieja historia de nuestro país, que es necesario cambiar por el bien de todos.  

Hay una definición de libertad que me gusta, de Rousseau, y que se ajusta al debate que es necesario abrir. “Se trata menos de hacer la voluntad de uno que de estar sujeto a la de los demás; todavía consiste en no someter la voluntad de otros a la nuestra”.

En el 1 arrancamos esta era informativa en defensa de un propósito superior: la libertad. Vamos a dar esa pelea, para contribuir a tener una sociedad mejor informada y preparada para las crisis que vivimos, y las que se avecinan.

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