Uno | Una crisis de gravedad estalla por dineros destinados al partido FARC que terminaron en una cuenta personal

Los dirigentes del partido político FARC enfrentan una grave situación por dineros recibidos para su campaña política.

Tienen que resolver satisfactoriamente las dudas que hay sobre los $ 5458 millones que el Estado les giró para financiar su campaña al Congreso. La norma constitucional autorizó la financiación estatal para sus campañas políticas al Congreso y a la Presidencia de la República. Al partido Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (FARC) le correspondieron $ 5.548.342.960. Los jefes de la FARC retiraron esa suma del Banco Agrario en la noche del 9 de marzo, a 36 horas de las elecciones parlamentarias.

La norma constitucional establece que la FARC «tiene que cumplir con la ley», manejando los recursos en la cuenta única. Sin embargo, los directivos de la FARC tomaron esos dineros y los depositaron en una cuenta del señor Jorge Federico Ramírez Escobar, quien era gerente de la campaña presidencial de Timochenko. Cuando el señor Ramírez Escobar comenzó a girar para cancelar, supuestamente, deudas con empresas del Caquetá, por sumas equivalentes a la casi totalidad de los fondos depositados, Bancolombia lanzó una voz de alerta: hizo llegar al Consejo Nacional Electoral un mensaje pidiendo orientación sobre si podía desembolsar o no los recursos que, se sabía, eran del Estado para un partido político y no para un particular. El Consejo Nacional Electoral, en una ponencia que redactó la magistrada Gloria Inés Gómez, pidió parar los desembolsos, congelar la plata y reintegrarla a las arcas del Estado. El asunto grave para los dirigentes de la FARC es que tienen que demostrar que, efectivamente, las empresas a las cuales piden que se les giren los recursos sí prestaron servicios a la campaña.

Si no lo hacen, el partido FARC podría ser sancionado con multas o hasta con la pérdida de la personería jurídica. Si los magistrados no investigan, podrían incurrir en peculado en favor de terceros. Esa es la confusión que tiene a miembros del Consejo en medio del más agitado de los debates que haya tenido ese organismo en los últimos años.