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¡Qué tal Esto!

El muerto vivo

Luis Orlando Grisales se siente como un roble… Tanto que aceptó un trabajo en el exterior, y cuando preparaba el viaje, y fue a pedir un duplicado de la cédula, se lo negaron por la más terrible de las razones: según la Registraduría Luis Orlando está muerto, enterrado en un cementerio, y lleva seis meses intentando que le devuelvan la vida… ¡Qué tal esto!

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El muerto vivo

Luis Orlando Grisales se siente como un roble. Tanto que aceptó un trabajo en el exterior. Cuando preparaba el viaje, recordó que había perdido su cédula y fue a pedir un duplicado. Pero no se lo dieron por la más terrible de las razones: En la Registraduría le informaron que estaba muerto. Incluso le dijeron que estaba enterrado en el cementerio de Jamundí. Hasta allí fue, muerto pero de la ira, Luís Orlando, pero tampoco encontró su tumba. Con este problema lleva seis meses, con la esperanza de que le devuelvan la vida se decidió a decir ¡Qué tal esto!

Luís Orlando Grisales, hijo putativo de Jamundí, Valle, luego de quedar huérfano de padre y madre, solo sintió que la vida se le acabó cuando alguien le dijo que se murió.

Luís Orlando, que se dedica a hacer demostraciones con cocas y valeros, encontró una razón más para vivir. Tuvo la oportunidad de un empleo fuera del país, pero tenía que presentar sus documentos personales. Hace cinco años perdió su cédula y cuando pidió un duplicado, se llevó una macabra sorpresa.

“Me dijeron que yo estaba muerto”

Y también le dijeron que no molestara más porque lo habían sepultado en el cementerio de Jamundí.

“A mí me enterraron acá ya hace cuatro años y no sé dónde está la tumba”. El sepulturero le aseguró que no hace parte del inventario de muertos recientes. “Están los osarios, todos los difuntos que están frescos”.

Don Luís fue a la administración del cementerio parroquial Nuestra Señora del Rosario para que le dieran una explicación, pero salió regañado.

“La notaría es diferente a acá”

Le hicieron sentir que era un descuidado porque no sabía dónde lo habían sepultado.

“¿Y quién lo enterró? – No sé.”

Pero otro funcionario le explicó que el caso de su sensible fallecimiento trascendía las leyes terrenales.

“En el cementerio tenemos hay evangélicos y católicos, de pronto mire a ver si por la parte de los evangélicos lo han sepultado por ese lado”.

Pero ni así encontró su sepultura.

“De ahí para acá yo he estado desesperado”

Y especialmente porque no le creen que esté vivo.

“Si de pronto resucita yo le doy la mano y le digo: vea, usted ya resucitó”

Estresado, don Luís decidió visitar la Notaría 13 de Cali. Y le confirmaron lo que se temía.  

“Me despacharon la boleta de defunción”.

“Aquí se registra todo lo que manda la fiscalía, documentos donde están diciendo de que la persona está muerta”

No hay nada que hacer. Don Luís pereció. Regresó a la Registraduría, pero como está indocumentado…

“Cómo así que aparezco como muerto, entonces qué, ¿que porqué usted puede ser mi papá no va a tener papeles?”.

Su situación lo retrazó.

“A cada rato me llevan preso”

Pero alcanzó a llegar a la Registraduría donde lo recibieron con espeluznante sensación. Le confirmaron que su cédula ya no existía.

“No pues eso hay que averiguarlo en Bogotá. Sí aparece cancelada por muerto”.

Luego fue a la Fiscalía en Cali para que le explicaran su situación, pero no lo dejaron entrar, por muerto.

Después visitó una iglesia cristiana, otra notaría y regresó a la Registraduría.

“Es un error que aparezca un registro civil de defunción cuando él está vivo”.

Aquí no le fue tan mal porque al menos supo la fecha de su expiración.

“El tres de abril de 2003”. 

Pero el señor Grisales tiene una oportunidad.

 “Que él haga un proceso de jurisdicción voluntaria ante un Juez de la República y que simplemente ese Juez mediante una sentencia diga que este Vivo”.

A pesar de esto, hay quienes no le creen que está vivo.  

“No, nunca” “Y cómo saben ustedes que él está vivo?”

La situación de Luís ha despertado sospechas en la comunidad.

“Para haberlo enterrado muerto debe tener dinero, entonces ahora la lógica”

Entristecido por la pérdida, Luís Orlando alzó una clemente oración a su santo de devoción para reclamarle su bendición.

“A mí no me dan trabajo, no me dan nada, yo esto muy desesperado”

Denunció la pérdida de su cédula pero de nada le sirvió.

La registraduría dice que está muerto, la fiscalía también, y agrega que está en el cementerio de Jamundí donde aseguran que allí no está y que tampoco aparece en el sistema de partidas, en el libro de defunción, ni en la licencia de inhumación.

 Lo único claro es que Luís no consigue trabajo, perdió su servicio de salud y cerraron su cuenta de ahorros, porque a alguien le dio por certificar que murió a las 7 y 30 de la mañana del tres de Marzo de 2003.

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